Se han terminado mis vacaciones, el fin de un mes que empezó con la esperanza de olvidar, de superar y de cambiar. El inicio fue complicado. Todo estaba demasiado reciente, y tus palabras resonaban sin cesar en mi cabeza, a pesar de haber sabido siempre que nuestras vidas no terminarían juntas.
Fue duro. Incluso en ciertos momentos pensé que iba a volver a vivir experiencias pasadas, y me pareció reconocer sensaciones vividas. Pero la lección no era nueva, y llovía sobre mojado. tuve que empezar a preguntarme si el problema realmente provenía de mí, y llegué a la difícil conclusión, que la única capaz de llevar las riendas de mi vida era yo. La única dueña de mis pensamientos y del sentimiento de dolor era, única y exclusivamente, yo.
Todavía eres importante, y continúo acordándome de tí a diario. Pero tienes razón, somos demasiado diferentes y tenemos que tomar caminos separados. Queremos y entendemos la vida de forma totalmente opuesta, y por mucho que sintamos el uno por el otro, somos dos almas incapaces de unirse.
Ha sido complicado aceptar esta realidad. Pero hay algo más importante que nos une, y es la amistad.
He intentado volver a verte y retomarla, pero te niegas a verme. No entiendo tu comportamiento, ni hasta que nivel te ha afectado esto. Fuiste tú quien decidió poner fin a la historia, pero te comportas como si te afectase de tal manera, que te niegas a hablar sinceramente conmigo.
Ahora es la única cosa que me reconcome es que no soy capaz de llegar hasta tí. Necesito cerrar este capítulo, y cambiar tu lugar en mi corazón. Mi amistad la tienes, pero no solo depende de mí.
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